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hn ordonezEn La Salle siempre nos gusta mirar más allá, como reza nuestro claim, y como nos enseñó el fundador, que nos pedía dejarnos impresionar por la realidad para dar respuesta a quienes más lo necesitaban en aquel lugar donde estábamos.

La situación de Israel siempre ha estado en el punto de mira de la actualidad internacional, pero detrás de lo que llega a través de los medios siempre hay historias maravillosas que nos hablan de un mundo mejor, en el que el enriquecimiento desde la aceptación del otro permite que las personas crezcan con una educación más allá de la tradición religiosa que marca la historia de muchos pueblos.

El Hermano Patxo Ordóñez ejerce como profesor de varias asignaturas (religión, ciencias, idioma español), y también se ocupa en ocasiones de las actividades de pastoral, en el colegio La Salle-Jaffa, que se encuentra situado en Tel Aviv. La riqueza de este centro es que tanto los educadores, como el alumnado, desde Infantil a Bachillerato, son musulmanes, cristianos y judíos, además de tener un elevado porcentaje de matriculados procedentes de las antiguas repúblicas soviéticas. Este crisol no es sino un valor esencial que habla de cómo es La Salle.

El Hermano vive un día a día que se encuadra dentro de la normalidad que puede darse en cualquier centro lasaliano. Niños y jóvenes que se encuentran con sus amigos, juegan, ríen, cantan, aprenden y son protagonistas de sus propias historias junto a los educadores, por los que sienten admiración, respeto y también cariño. Es una convivencia enriquecedora para todos los que forman parte de La Salle-Jaffa

Aquí, cristianos, musulmanes y judíos hablan perfectamente hebreo, árabe, francés e inglés, ruso en el caso de los alumnos de procedencia soviética y, además, se aprende español en el Bachillerato, una etapa que sigue dos líneas: la del Bachillerato francés y la del Bagrout israelí.

La vida en Israel, cuenta el Hermano, no es sencilla, ya que hay conflictos y situaciones que no parece vayan a solucionarse a corto plazo. Pero a pesar de la tensión hay una firme voluntad de vivir, y eso lo puede todo. Es verdad que la escuela también se ve afectada por esas tensiones, y por situaciones familiares y sociales diversas, pero los valores lasalianos son un nexo de unión fuerte que lima asperezas aunque lo que se viva fuera sea complicado.

La Salle-Jaffa es un ejemplo de cómo se puede vivir y convivir, mantener una buena relación entre las diversas comunidades religiosas y culturales, y demostrar que es posible si todos ponen de su parte. Por eso, el centro celebra las fiestas religiosas de cada comunidad, actividades sociales, culturales o deportivas que interesan a todos y en las que todos pueden participar. Al final, la recompensa llega cuando tras su paso por la etapa escolar, son muchos los que mantienen con los años relaciones de amistad que traspasan aquello que les separa y se sienten orgullosos de haber sido parte de La Salle.

Como dicen alumnos y educadores, "el espíritu de La Salle deambula por los pasillos y las aulas del cole".