PUEBLOS PRERROMANOS
TARTESSOS
PUEBLOS CELTAS
PUEBLOS PRERROMANOS
PUEBLOS CÁNTABROS
Pueblos cántabros durante la invasión romana.

Reconstrucción hipotética de un poblado cántabro, a partir de diversos poblados, en Argüeso, del municipio de la Hermandad de Campoo de Suso (Cantabria), cerca de Reinosa.

Esta estela discoidea gigante del siglo III a.C. se encontró en Barros (municipio de Los Corrales de Buelna, Cantabria). Posiblemente señalara, según se cree, la tumba de un guerrero de finales de la Edad del Bronce o principios de la Edad del Hierro. Después se la movió del emplazamiento original. Mide 1,66 m. de diámetro por 0,40 de espesor, y está situada sobre una base de 1 metro de altura y 0,80 de ancho. Está labrada en piedra natural arenisca. Sus motivos decorativos, relacionados con el culto al sol, son una cenefa perimetral de triángulos isósceles y una serie de círculos concéntricos tallados en bajorrelieve; tal decoración aparece en las dos caras. Cuatro surcos grabados recorren todo el canto de la estela.
Esta estela discoidea gigante fue hallada en Zurita (municipio de Piélagos, Cantabria). Es un disco de piedra arenisca labrada con bajorrelieves de 2 metros de diámetro. Es prerromana; está datada entre finales del siglo I a.C. y principios del siglo I d.C. No se sabe si se trata de un monumento genuinamente cántabro o de una Cantabria escasamente romanizada. En cualquier caso la factura es tosca y no presenta signos de romanización. Se ha relacionado constantemente con la religión de los antiguos cántabros, y ha servido de argumento para diversas hipótesis acerca de la existencia en Cantabria de diversas costumbres celtíberas o de formas similares de las mismas.Uno de sus lados representa entre círculos concéntricos a dos guerreros armados que parecen estar cubiertas con pieles de animales y un caballo, probablemente un jinete y su escudero, y en un nivel inferior a un guerrero muerto siendo devorado por un buitre. Esta última escena está asociada tanto al culto solar de tradición celta como al séquito de una deidad de la guerra, y se repite en otros monumentos ibéricos, como en ciertas cerámicas de Numancia; en este caso representaría una costumbre prerromana por la cual se dejaban los cuerpos de los guerreros caídos en combate sin enterrar, como muestra de honor. De esa manera el hombre llegaría al Cielo. El otro lado, también entre círculos concéntricos contiene unos motivos geométricos de simbología astral, representando cuatro lunas crecientes. Probablemente se tratase del paraíso al cual llegaría el guerrero.