Con la aparición de los personajes del circo hubo también una vuelta parcial al estudio y a la representación de los efectos atmosféricos, sobre todo por los fondos de los grandes cuadros. El interés que Picasso había experimentado un tiempo por estos últimos tenía su origen en la admiración por las obras de los impresionistas. Más tarde, el intenso estudio de la escultura griega otorgó concreción y densidad a las figuras, sin que ello supusiera un retorno a las concepciones académicas. Esta serenidad clásica es también reflejo de la nueva felicidad hallada en su amor junto a Fernande Olivier.
En esta obra, a la solemnidad del azul oscuro se yuxtapone el cálido color rosa. Parece como si los viejos, los ciegos y los enfermos hubieran dejado paso a la presencia positiva de temas como la juventud y el amor. Los personajes del circo no son representados en una mísera soledad sino observados y atendidos por sus compañeros. El joven aquí pintado ya no es la figura pálida, demacrada y de aspecto enfermizo que caracterizaba a los personajes del período azul. Ahora, la gracia y la armonía llenan y animan estas nuevas composiciones.

En 1905 Picasso introduce en sus lienzos las variedades cromáticas del rosa. Desde invierno del año anterior, el pintor vivía ya en París de manera más o menos permanente. En lugar de los desamparados de la época azul, se prefiere ahora a los hombres del circo, que Picasso conoció probablemente frecuentando el Circo Medrano., ya célebre entonces. Sin embargo, estos arlequines, payasos y acróbatas están impregnados de un sentimiento de melancolía que los acerca a los personajes del periodo anterior. Muchas de estas obras están ejecutadas en una técnica mixta de aguada, acuarela y tinta (en este cuadro, sobre cartulina, se emplea la aguada, acuarela, pastel y tinta china).
En esta Familia de acróbatas con mono, el lenguaje tiende a lo clásico. Se obtiene por medio del orden geométrico de la composición, la correcta utilización de los llenos y los vacíos, el dibujo elegante y armonioso y una atmósfera más serena, si bien en los rostros de los acróbatas se percibe una cierta melancolía. Y es precisamente en el modo de tratar los rostros y la composición de las figuras donde esta obra recuerda algunas obras maestras renacentistas, como ciertas Sagradas Familias de Rafael.

En esta pintura, al igual que en otras de este periodo, el azul y el rosa se mezclan en la composición. Por eso no es demasiado correcto hablar de fases, aunque lo hagamos, sobre todo en la obra de Picasso, ya que no hay nunca solución de continuidad y toda experimentación puede ser retomada en cualquier momento en conjunción con otras.
A pesar de la edad juvenil, los dos artistas de circo tienen la mirada perdida en el vacío, triste: los envuelve una atmósfera de incertidumbre y precariedad, y están como extraviados.