En esta imagen Augusto está representado como pontifex maximus, cargo que aceptó en el año 12 a.C., cuando rondaba la cincuentena; lleva la cabeza cubierta con el velo de la toga (capite velata) y en la mano mostraba la pátera del oficiante. A pesar de su avanzada edad, los rasgos siguen siendo juveniles, respondiendo a un prototipo de belleza ideal, que se desentiende del aspecto físico para representar el rango, la vida interior y el debate que tiene lugar en su conciencia. Así quiso Augusto que le recordara el pueblo romano: hermoso, como un atleta y piadoso con la religión, pero abrumado por la servidumbre del Imperio. Recibe el nombre de Augusto de Vía Labicana por el lugar donde fue encontrado en 1910.