Junto a la pierna derecha hay un pequeño Eros que emparenta públicamente a Augusto con Venus Afrodita, antepasada de Eneas. El cual, a su vez, era ancestro de Rómulo y Remo, hijos de Marte. La tradición romana dio al hijo de Eneas, Ascanio, el nombre de Julo, con lo cual quedaba convenientemente explicada la íntima relación de la familia Julia con los dioses olímpicos y con el glorioso pasado homérico. Para más detalles, pulsar sobre la imagen.
Tenemos la idea de que la escultura clásica era "incolora". Vemos las obras tal como el tiempo las ha dejado, pero la mayoría fueron pintadas. La policromía está documentada y, ahora, arqueólogos y científicos, han conseguido reconstruir en el laboratorio los colores originales de obras como este Augusto, expuesto en la Galería Getty de los Ángeles.
Augusto de prima porta

Esta escultura monumental fue encontrada el año 1868 en Prima Porta, un lugar suburbano de Roma, junto a la Vía Flaminia, en donde tuvo una finca Livia, esposa de Augusto, y a la que se retiró tras enviudar. Probablemente es réplica o copia de otra escultura del emperador, realizada en bronce o tal vez en oro, por la que Livia sintiera una especial predilección, y de ahí el encargo de su copia en mármol policromado, habiéndose perdido el color en su casi totalidad. Apenas unas huellas de rojo, amarillo, dorado y pardo sobreviven en la escultura. El copista presenta a Augusto divinizado, por tanto, descalzo, cual correspondía en el mundo clásico a los dioses y mortales deificados. A sus pies, a modo de soporte, Cupido sobre un delfín en alegórico referencia a la descendencia de los Julios de Venus Génitrix, a través del príncipe troyano Eneas. Como era habitual en épocas pasadas, de esta forma se entroncaban religión, linaje y política, revistiéndose al poder personal de una aureola sagrada que justificase su ejercicio.
El emperador está representado como jefe del ejército en el momento de la arenga a las tropas; lleva el manto de general y la coraza adornada con relieves. A sus pies tiene un delfín que simboliza a la estirpe de Augusto procedente de Venus. En el original no estaba representado descalzo, como un dios, sino con las sandalias militares.

Todo el repertorio iconográfico de la coraza subraya, de manera inequívoca, la funcionalidad del arte como elemento de propaganda política. En el Augusto de Prima Porta hay que distinguir entre forma y fondo, entre imagen y significado. Con este retrato se inaugura y hace arquetípica la modalidad de retratos imperiales de a pie, que proliferarán por todo el Imperio. Culmina así la larga e intensa tradición del retrato en Roma. El siguiente paso será la representación de los emperadores semidesnudos, coronados de laurel y portando atributos divinos como el águila de Zeus. El proceso de divinización se acelera y Claudio es ya reconocido como dios en vida. Sin embargo, no se caerá en la idealización de los rostros, que seguirán respondiendo a la realidad fisonómica del retratado.
En el plano formal, si bien el Augusto de Prima Porta posee una originalidad innegable, la influencia de la estatuarla clásica griega es evidente. En este caso es claro su débito con el Doríforo de Policleto: sus expresiones son parecidas y ambos se apoyan en la pierna derecha mientras balancean la izquierda;
pero la ornamentación de la coraza con relieves es algo verdaderamente original. Este retrato del emperador Augusto se encuentra en los Museos Vaticanos.