Poussin no se interesó por el paisaje hasta fechas bastante tardías. Un conjunto de obras realizadas entre 1647 y 1652 (Entierro de Foción, Las cenizas de Foción, Paisaje con tres hombres del Museo del Prado, Orfeo) -que Blunt coloca bajo el paisaje noble- muestran una visión de la naturaleza depurada en lo posible de los aspectos casuales o salvajes y sometida a las leyes de la racionalidad: rígidamente ordenado, el paisaje se dispone en una serie de nítidos planos recedentes; la luz, fuertemente contrastada, se utiliza para subrayar los diversos planos y volúmenes y la mano del hombre se hace presente mediante los edificios que lo siembran y que a veces presiden su ordenación.
Estaba muy influido por la belleza de los campos que rodeaban Roma -la "Campagna"- con sus lagos, colinas y montañas en lontananza, y la orilla del mar al oeste. Tomaba apuntes de experiencias en bocetos a lápiz y en dibujos a pincel con tinta sepia oscura. Al regresar a su estudio, estas impresiones le inspiraban o a veces proporcionaban el detalle para composiciones inventadas. En estos paisajes idealizados la situación de los árboles, el agua, los edificios clásicos, los barcos y hasta de las figuras humanas estaba calculada pata lograr un equilibrio global. No intentaba únicamente mantener este equilibrio entre el cielo y la tierra, los árboles y el agua, el primer plano y la panorámica, sino también entre la luz y la oscuridad, las líneas horizontales y verticales. Las líneas diagonales tan indispensables para los artistas barrocos se dirigían de modo uniforme desde el primer plano hasta el fondo.
Aquí no hay las curvas que aceleraban el ritmo en las pinturas de Rubens o en los paisajes flamencos. Aquí, cerca de Roma, el ambiente era intemporal, el campo ya no era joven, los edificios eran clásicos, tanto si se acababan de construir como si estaban derruidos. Las figuras están subordinadas a sus alrededores pero toman parte en estas magníficas visiones de escenas clásicas o bíblicas. Los elementos naturales del paisaje y la luz observada a diferentes horas en días muy tranquilos se utilizaban para crear un mundo ideal en el que las experiencias cotidianas apenas tenían cabida. De vez en cuando aparecían pastores vagando entre las ruinas, pero también estaban idealizados y vestidos con trajes clásicos, que recuerdan poco la genuina vida del campo. Estas pinturas se denominan pastorales, término que se utiliza también en poesía y música. Nos evoca una tierra visionaria, donde en una atmósfera soñadora el hombre y los animales se funden con la naturaleza, imperturbable y radiante, en un éxtasis eterno de luz difusa y quieta. El paisaje clásico, las construcciones clásicas, las composiciones clásicas tienen los denominadores comunes de armonía, equilibrio, calma e intemporalidad.